jueves, 24 de abril de 2008

93 AÑOS SIN JUSTICIA

En 1915 se cometía en forma planificada y premeditada el PRIMER GENOCIDIO DEL SIGLO XX.
Más de 1.500.000 armenios eran víctimas de la barbarie y el horror de las masacres y deportaciones en manos de los turcos, quienes habían usurpado sus tierras y negado el derecho de habitar sus históricos territorios.
Se había proyectado deshacerse de la Cuestión Armenia, con la aniquilación total de su nación, y de esa manera avanzar en la creación de un inmenso imperio panturquista, que iba a concretarse con la unificación de la naciones de origen turco ubicadas en el Cáucaso y más allá del Mar Caspio.
El ataque frontal del gobierno turco contra el pueblo armenio no se hizo esperar. Aprovechando las circunstancias de la Primera Guerra Mundial y la alianza con Alemania, el Estado turco concentró la virulencia de su ideología terrorista en las provincias armenias, donde la mayoría de la población armenia era aplastante. La turquificación forzada del territorio y el vaciamiento de los armenios serían las fuentes de vigorización de la nueva Turquía. Los armenios fueron excluidos de la administración pública turca. Grandes masas de población turca provenientes de los Balcanes fueron asentados en zonas donde la concentración demográfica armenia era notoria. La fuerza del gobierno turco se apoyó en un triunvirato compuesto por el Gral. Ismail Enver –Ministro de Guerra-, Mehmet Talaat-Ministro del Interior- y Ahmed Djemal-Ministro de Marina-, principales dirigentes de la corriente nacionalista y chauvinista turca.Fue en 1915, aprovechando las circunstancias de la Primera Guerra Mundial, que el gobierno turco, fundado en la ideología del panturquismo, decidió prohibir todo idioma que no fuera el turco. Hoy hay aún algunos de los miles de armenios a quienes les fue cortada la lengua, por querer conservar el idioma armenio y resistirse a hablar en turco. El gobierno puso en ejecución un plan diabólico, por el cual decidió exterminar totalmente al pueblo armenio, incluyendo a las mujeres, los ancianos, los enfermos y los niños.
El pueblo armenio, observando retrospectivamente el Genocidio, sostiene que es un derecho y una necesidad que los armenios siguieran y sigan siendo armenios. La cultura universal necesita de su aporte, así como necesita del aporte de la cultura africana ó el aporte de la cultura japonesa. No podrían existir esos aportes si se les aplicara una política de homogeneización, de asimilación, de supresión del particularismo nacional. Cada pueblo tiene su filosofía propia, su arte típico, su idiosincrasia, que no son superiores ni inferiores, sino distintas.
El pueblo armenio también tuvo y tiene su pensamiento particular. Esa singularidad, esa diferenciación, constituyen un Derecho Humano que ninguna ley, gobierno ó política puede suprimir. Diferenciación no aislada sino integrada con las demás diferenciaciones del mundo. El particularismo nacional, en nuestro caso, el particularismo armenio, influye y se proyecta en cada acto del pueblo como conjunto e inclusive en la conducta personal de sus individuos.
De la interrelación entre la conducta colectiva e individual, surge la cultura nacional, diferenciada, irreductible, que da una característica al pueblo.
Esto es lo que quiso impedir el gobierno turco, destruyendo físicamente a la totalidad del pueblo armenio que residía en el territorio ocupado por Turquía. La sola existencia de esa peculiaridad, de esta diversidad nacional, genera derechos. El eminente de esos derechos, es el de existir en cuanto pueblo, de ejercer el señorío sobre sus tradiciones, de preservar la pureza de su idioma y a la vez, la multiplicidad de sus dialectos. En fin, de practicar la liturgia de su credo. Va más allá aún, es decir, atribuye al pueblo la facultad de ejercer la titularidad de los derechos internacionales, de ser protagonista, un protagonista más en la historia de la humanidad.
El nacionalismo extremo de los turcos pretendió convertir a los armenios en turcos.
Decidió desterrarlos, usurpar su territorio nacional, se apoderó de sus casas, escuelas, hospitales, iglesias, bibliotecas públicas y obras de arte en todas sus manifestaciones. El gobierno turco robó a los armenios sus dineros particulares, muebles, ropas, obras de arte y bibliotecas privadas, instrumentos musicales, alfombras, colgaduras, adornos que ornaban sus hogares. Les arrebató las quintas, chacras, viñedos, plantaciones, depósitos y barracas, suprimió las artesanías típicas armenias, los dialectos, las culturas de las aldeas, las costumbres lugareñas. Por sobre todas las cosas, lo más grave e imperdonable, lo que hoy como hace 90 años mantiene en pie a los armenios, desarraigó a un pueblo de su territorio nacional y dio muerte a más de 1.500.000 de sus hijos.
El de los armenios es el primer y peor de los genocidios del Siglo XX. El más abominable de los genocidios de la historia, por el cual se usurpó al pueblo armenio de su territorio nacional. Sigue impune. El gobierno turco niega su responsabilidad en el delito contra la humanidad y rechaza los argumentos históricos y políticos del pueblo armenio. Pretenden que se olviden para siempre. Para eso establece poblaciones extranjeras en esos territorios. Prevaliéndose de medios diplomáticos, extrajo del gobierno soviético declaraciones según las cuales no existen reclamos territoriales contra Turquía. Aún hoy el Genocidio destruye huellas culturales armenias que pudieron sobrevivir a su barbarie.
Frente al silencio de las potencias, el pueblo armenio eleva su voz en esta espera activa y reivindica su configuración jurídica como pueblo. El Genocidio que perpetró el Estado turco no es un hecho sino un acto. No es un suceso histórico. No es un recuerdo. El Genocidio es un acto delictivo que cometió el Estado turco y que privó al pueblo armenio de la mayor parte de su territorio nacional.
Los derechos del pueblo armenio contra el Estado turco, siguen vigentes. Turquía debe restituir los territorios ilegítimamente desapoderados y reparar los daños que ocasionó. Turquía perpetró el terrorismo de Estado y hoy cierra los ojos ante la verdad. Por eso, los armenios vienen a denunciarla y acusarla. La acusan de cobarde porque no tiene la valentía de tomar la iniciativa política indispensable para arrancar las raíces de la injusticia. Los armenios acusan al Estado turco de contradecir la verdad, deinstalarse en la pasividad, de endurecer ó de generar la política con relación al pueblo armenio.
El pueblo armenio exige que se promueva la verdad. Que el Estado turco reabra el expediente de la Cuestión Armenia, que dialogue acerca del territorio armenio. El pueblo armenio reclama con el vigor de la palabra y hace un llamado a la opinión pública para que adhiera a la demanda de justicia y al fin de la impunidad.



CHAU
SUERTE
JORGE KEHIAIAN