martes, 27 de marzo de 2012

ARGENTINA ¿Un país con buena gente?

¿Si la Argentina es un país “con buena gente”, como dice el slogan en las publicidades de actos de gobierno, porque se empeñan tanto sus militantes en agraviar, desacreditar y atacar a todo aquel que piensa distinto? ¿ Si somos todos buena gente, no se tendrían que dedicar a construir un país realmente para todos con verdadera inclusión social?
Decididamente en la argentina no todos somos buena gente. Y hay casos donde esto queda demostrado, no es de buena gente mentir y crear relatos y estadísticas que falsean la realidad. Tampoco es de buena gente haber sido cómplices de la última dictadura militar con tal de generar ganancias personales. Luego en el poder, no es de buena gente jugar y especular con las necesidades del pueblo.
Cuando los casos de corrupción se profundizan hasta generar muertes, sobrepasan un limite y lleva a denominar a los funcionarios (corruptos) como “mala gente”. Estas cosas vienen sucediendo bajo la administración actual y mientras nos intentan distraer con pequeñeces, reclamos soberanos y el poder del consumo, quizás no llegamos a percatarnos para ver la otra cara de la moneda.
Una cara que sufrimos hoy pero tendrá consecuencias en el futuro. Se apuesta a la falta de educación, al mantenimiento estatal de políticas asistenciales que deberían servir como paliativos en tiempos de crisis, para luego generar las condiciones e inversiones necesarias para devolverle la dignidad al ciudadano a través de la cultura laboral. De esta manera seguimos generando familias dependientes del poder estatal donde se genera un vinculo ideal, donde esa “ayuda” estatal le sirve a la familia beneficiaria y le sirve al estado como estrategia electoral. Base esencial de todo gobierno populista.
Los últimos años nos demuestran que los únicos que han ganado en estos años kirchneristas fueron los amigos del poder, aquellos quienes gracias a obra y mano del estado nacional han incrementado fortunas o las han realizado de la noche a la mañana. Todo esto, mientras la sociedad sufre las consecuencias de una inflación que no da tregua y no hace mas que agrandar la brecha entre ricos y pobres.
Debemos entender como sociedad que los cambios a realizar serán profundos, y que la educación será la base de ese cambio. La educación garantiza equidad, igualdad. Nos da las mismas posibilidades a todos de poder cambiar nuestras realidades y vaya si la nuestra merece y debe ser cambiada.
Debemos procurar que las próximas generaciones sean mejores. Eso solo será posible si vivimos en un país donde reina la tolerancia, el respeto por el otro, la solidaridad y el bien común. Solo de esta manera podremos tener, definitivamente el “PAIS CON BUENA GENTE” que TODOS anhelamos.

sábado, 7 de mayo de 2011

La búsqueda de una sociedad LIBRE.

Nos encontramos transitando la primera mitad del 2011. Año singular en nuestro país, ya que nos encontramos frente a una nueva elección presidencial. La Argentina debe definir si sigue bajo mandos kirchneristas o si puede apuntar a una transformación colectiva que permita aprovechar de mejor manera su buen momento económico.
La sociedad, ante las idas y vueltas de la oposición, se encuentra temerosa del cambio. Los armados opositores deben, en tan solo 5 meses, generar confianza en el electorado para poder aspirar a lograr ese cambio. No es tarea fácil, pero sin dudas, el que logre hacerlo tendrá grandes chances de quebrar la hegemonía K.
Esta hegemonía da muestras diarias de que no está todo tan bien como el monopolio de medios de comunicación estatales intenta demostrar. Insólitas alianzas con personajes que ellos mismos detestaban, la ¿estratégica? unión al líder sindical Hugo Moyano y su patota sindical, los constantes avasallamientos a las instituciones, las multas a las consultoras que difieren en estadísticas inflacionarias y mucho mas, no hacen más que demostrar que NO está todo tan bien.
Es que está claro que la era K ha desperdiciado una gran oportunidad. La de transformar crecimiento en desarrollo, la argentina lleva 8 años de crecimiento pero hay un 25% de pobreza. Se dedico mucho dinero y estructura al asistencialismo (cosa que no está mal) pero poco a crear las condiciones necesarias para que el “asistido” pueda mejorar su situación personal y aspirar a un crecimiento y desarrollo del individuo.
En definitiva, con tal de mantener a esa persona sometida a la estructura política K y sumida en la degradación personal, se la mantiene con subsidios y garantías de que todo seguirá igual mientras la estructura de poder no se toque.
El cambio debe venir por ese lado, se deben empezar a despertar cerebros y en esto la EDUCACION debe jugar un papel fundamental.
El ciudadano tiene derecho a aspirar a crecer personalmente y el estado no debe obstruir tal crecimiento. El estado debe garantizar que ese ciudadano se desarrolle y tenga las mismas oportunidades que todos. IGUALAR.
Debemos dar la batalla cultural y empezar a creer que del asistencialismo no se debe, ni puede vivir. Si no lo hacemos ahora, seguirán mas generaciones hundiéndose en la desdicha y la deshonra personal de no haber hecho algo por uno mismo y por el país, sino todo lo contrario, habiendo el estado hecho todo por ellos.
La sociedad debe ser libre y para eso no debe faltar el pan, esos deben ser objetivos del próximo gobierno.



J.R.K.

miércoles, 23 de febrero de 2011

DEFICIT DE GESTION. 0 APORTES.


Nuestra Ciudad de Buenos Aires lleva 3 años de gestión pro y ya entrando en el último año de mandato vale la pena hacer un pequeño repaso por este ciclo, que en definitiva aporto poco y nada a la calidad de vida de los habitantes de la misma.
La muestra de la falta de gestión se ha dado todos los años con las crecientes protestas, paros y demás demostraciones de fuerza tanto por parte de trabajadores de la salud, como de la educación. 2 áreas donde el macrismo hace e hizo agua. Nunca pudo solucionar el problema de la falta de insumos en hospitales y los problemas de calefacción de los colegios. Otro dato, en 3 años los chicos nunca completaron los 180 días de clase. Solo por nombrar 3 situaciones, entre otras, de estos sectores.

En materia de espacio público, la basura quizás sea el mayor dolor de cabeza de Mauricio, que ni Piccardo (ex – ministro de ese ministerio) ni Santilli han podido, ni han sabido solucionar. Lo más resaltable ha sido el mantenimiento y remodelación de plazas y veredas, pero bien sabemos que esta acción va en busca del voto visual, forma parte de una estrategia política más que de una nata y originaria preocupación x el estado de los espacios públicos.

Las inundaciones y los problemas de transito son otras 2 dificultades que el PRO no puede solucionar, mas alla de las obras (retrasadas) del arroyo Maldonado y de los cambios de mano de calles y avenidas. Recordemos, entre tantas otras, la obra del arroyo Maldonado, que traen años de atraso, fue una gran promesa de Mauricio antes de asumir. Una más, y van…
La falta de organización y planificación conforman un ítem más en la lista de problemas que tuvo Macri para gestionar.

El incumplimiento de las obras subterráneas, prometiendo 10kms. de subte por año y llegando a inaugurar apenas 500 metros deja ver la insuficiencia de conocimiento de la situación de la ciudad que tenía el candidato del bigote cuando llego a bolívar 1.
La falta de compromiso hacia la ley de comunas no hace más que mostrar el poco interés del PRO por colaborar en que los vecinos de la ciudad tengan más poder de decisión y colaborar con “la nueva política” que ellos dicen representar. La descentralización de Buenos Aires es necesaria y eso el macrismo no quiere entenderlo.

La creación de la policía metropolitana y el despilfarro de millones de pesos, que bien vendrían en otras áreas, deja al desnudo la poca y casi nula formación política de los dirigentes del PRO, ya que la autonomía de la ciudad, con decisión y formación política es posible. Mucho se ha hablado de la hostilidad del gobierno nacional hacia el ejecutivo de Buenos Aires, lo cierto es que ambos han sabido aportar poco a esta relación. Macri tuvo descalificaciones importantes hacia la presidenta y esta, con la soberbia característica del régimen kirchnerista, también tuvo duras referencias hacia el líder PRO y no han logrado ponerse de acuerdo en ni siquiera un tema, y cuando acordaron algo fue cuando el agua les llego al cuello a los 2 (caso parque indoamericano).

La ciudad, como La Nación, han desaprovechado los años de crecimiento económico, y esto no se ha traducido en desarrollo en la calidad y el bienestar de los vecinos de Buenos Aires. Se necesita recuperar la salud y la educación públicas, se necesita la descentralización para que el vecino pueda llegar donde el estado no ha podido, se necesita una ciudad limpia y ordenada, se necesita pelear por la verdadera autonomía. En definitiva, SE NECESITA GESTION, cosa que el PRO ha demostrado no tener.

miércoles, 13 de enero de 2010

La cuestión central.

Si tuviéramos que analizar el fenómeno que gobierna la argentina durante los últimos 7 años, no alcanzarían las horas, los días y los meses de mandato que le quedan a este gobierno hasta 2011. Este gobierno demuestra cada día más resistir toda lógica y análisis, demostrando lo poco que le interesan las instituciones, la constitución, el estado y el pueblo argentino en general.

No existiría debate, ni confrontación si los excedentes de reservas anunciados por Cristina Fernández de Kirchner estarían dedicados a paliar única y exclusivamente la famosa “deuda interna”, que evidentemente seguirá esperando su eterno turno y los intereses que cobrara son incalculables. Sin embargo se decidió hacerle frente a la deuda externa y no intentar una re negociación que permitiría dejarle alguna parte de esos excedentes para realizar algunas inversiones que nuestro país necesita.
No hay mayores muestras de debilidad que recurrir a un DNU para echar un presidente del BCRA y tener que buscar con un patrullero a una jueza. Este recurrente hecho y el aferramiento a los DNU ha judicializado la política argentina por estos días, sin terminar de entender, que si se hubieran evitado muchos de los procedimientos llevados acabo por el gobierno no habría tanto ensañamiento y “tanto sentimiento de desestabilización”.

Durante estos 7 años de mandato kirchnerista se han sucedido cataratas de errores en la política económica internacional que han desencadenado en esta conflictiva situación. Nunca se ha intentando dialogar con los acreedores internacionales, ni se ha intentado llegar a acuerdos de re negociación de deuda. Sino que como es característico de la era K se ha ido siempre hacia la confrontación y el ataque de los organismos internacionales.

Quizás el gran déficit de la administración de Néstor y Cristina Kirchner ha sido la falta de dialogo, nos queda el pensar el porqué de la misma. Seguramente buscando explicaciones encontremos el gran aval que supo cosechar Kirchner durante los primeros 3 años de su mandato, impulsado por la toma de grandes medidas populistas. Luego de esa relajada victoria del año 2005 en las elecciones parlamentarias, venciendo inclusive al decadente aparato duhaldista, ha sobrevenido un largo planteo de autoritarismo, corrupción y autismo que han quedado demasiado en evidencia a partir de la asunción de Cristina en el 2007.

Debemos reflexionar sobre los pasos a seguir, los fantasmas de desestabilización no existen y si los hay son inventados por el propio gobierno. Insistimos, el gobierno nacional termina su mandato el 10 de diciembre de 2011. Tendremos que buscar la manera de hacer entender a la actual administración que la sociedad argentina reclama dialogo, consenso y trabajo en post de la solución de los problemas que aquejan a los argentinos. Educación, salud, seguridad, pobreza, exclusión y una enorme escala de valores olvidada esperan que le saldemos la deuda estatal que lleva algo más de 25 años, cuyos intereses cada vez son más y corremos riesgo que si seguimos sin prestar atención a la misma lleve varias generaciones pagarla.

El cambio debe ser hoy. Estamos a tiempo. Tenemos un compromiso con la republica, con la constitución, con las instituciones. En definitiva, un compromiso con el pueblo argentino.




Jorge Raúl Kehiayan

jueves, 19 de noviembre de 2009

Ahora si! ¿Futbol para Todos?

Ante el lema usado por el gobierno nacional para sacarle los derechos de televisación a Torneos y Competencias, surge la pregunta sobre que tan en serio se lo ha tomado, ya que si el slogan al cual hacen referencia es: “Fútbol para Todos”, y solo hacían foco en la televisación, no entendemos como en los últimos días nos enteramos que salieron aviones exclusivos de aerolíneas argentinas con funcionarios del gobierno para el partido del seleccionado nacional frente a Uruguay, y como si fuera poco nos enteramos de la farsa de una ONG que prevé erradicar la violencia en el fútbol pero que sirve como telón para tapar la relación del gobierno con muchísimos barra bravas, a los cuales les pagara el viaje al mundial de Sudáfrica 2010.
Es claro que bajo la sombra de este gobierno se ve muy difícil un crecimiento común de la sociedad desde lo intelectual. Usan el clientelismo y la desesperación del ser humano para su beneficio, y no se atacan los problemas de fondo.
Se sigue apostando a la ignorancia, a la perpetuidad del hombre a encasillarse en una clase social, desocupado y dependiente de las dadivas del estado. Y encima ahora, los hombres que manchan el fútbol con sangre se ven premiados con la posibilidad de ir a la fiesta máxima del fútbol mundial, gracias a las acciones del estado argentino.
La movilidad social de nuestro país se ve amenazada ante el uso sistemático del estado de su poder de coerción sobre los sectores mas bajos de la sociedad, que ven de esta forma peligrar su posibilidad de pensar en un futuro mejor para las próximas generaciones.
Es importante recuperar en argentina una visibilidad de un futuro donde todos tengamos las mismas posibilidades, donde todos podamos acceder al trabajo, la educación, la salud y al bienestar general. Debemos repensar nuestra sociedad e intentar que ningún hombre pase hambre sobre esta tierra.
“la revolución, es que todos los que habitan este suelo coman al menos tres veces por día, todos los días del año.”




Jorge Kehiayan

viernes, 23 de octubre de 2009

El tiempo del desprecio- Santiago Kovadloff

Patética transparencia la que va ganando la Argentina: el delito es en ella cada vez más claro. La penosa realidad de lo que nos pasa refulge y enceguece. El nuestro es un país donde la Constitución se somete al poder y el poder a los intereses privados de quienes lo detentan. ¿El Estado? Un trampolín inmejorable para lanzarse hacia el enriquecimiento ilícito.

Por lo demás, un paisaje cívico invertebrado: hasta ayer se votaban partidos; hoy se votan individuos. Individuos cautivantes que vienen en reemplazo de individuos desangelados. Poco parecen importar las plataformas programáticas. No es el tiempo de las ideas, sino la hora de las consignas. Lo que cuenta son los gestos seductores, las voces bien impostadas, el incomparable hechizo de la imagen. Triunfo del Homo videns. Un electorado errático acusa sus vacilaciones mediante vaivenes que si no fueran dramáticos resultarían grotescos.

La ley se ha convertido, entre nosotros, en herramienta dilecta de la corrupción. El Poder Ejecutivo la ha puesto a su servicio. La manipula con maestría. Logra que no exprese su vigencia, sino su impotencia. La brutalidad verbal y la acción brutal se complementan. Una potencia a la otra. La inseguridad ya no es una amenaza: estamos en la selva. La degradación prospera. Se expande como un río desbordado. Quienes la auspician no enmascaran su desprecio por la miseria, por el dolor, por la vida humana. Todo lo contrario: se jactan de lo que hacen, ostentan su impunidad. Dicen que no sucede lo que pasa. Y al que pretenda lo contrario, se lo aprieta. Cunden los intentos de extorsión. Se extiende el espionaje. El control de los disidentes perfecciona sus recursos. Sus voceros enumeran las espaldas que partirán a palos, los ojos que harán saltar. La tropa fascistizada asalta las empresas.

¿Podrá el Parlamento venidero empezar a revertir todo esto? ¿Impedir que su propio ámbito siga convirtiéndose en terreno propicio para que abunden los mercenarios dispuestos a venderse al mejor postor? Este es nuestro tiempo. El tiempo en que las investiduras tienen precio. El de la mentira enmascarada. La atmósfera social no puede estar más enrarecida. Desfigurada por las violaciones incesantes que padece, la democracia argentina va perdiendo casi todo lo que ganó en este último cuarto de siglo. Incluso el pulso de la esperanza se ha debilitado. Hay más dolor en la Argentina. Con la pobreza, ha crecido la desesperación. Y los opositores siguen sin saber configurarse como oposición. Sin saber cómo asentar las bases de la gobernabilidad venidera sobre una interdependencia perdurable. Porque la cuestión de fondo que deben enfrentar las fuerzas opositoras no es la de alcanzar el poder, sino la de contar con los recursos que les permitirán sostenerse en él, para sanear todo lo que está contaminado y adolece de descreimiento público: desde la investidura presidencial hasta la Justicia. Resulta inverosímil, pero es así: la falta de visión impulsa a los empecinados a alzar sus voces para hacer oír un propósito que hoy suena totalmente inoportuno. "¡Yo quiero ser presidente!", gritan todas ellas, sin advertir que, al hacerlo, siembran más desunión, cuando lo que importaría sería afianzar el acuerdo. Ese coro de desafinados hace las delicias del oficialismo. A más fragmentación opositora, mejores réditos presentes y futuros para él. Al igual que los vampiros, sus devotos viven de la sangre ajena.

¿Programa legislativo convergente? ¿Proyecto consensuado de políticas de Estado para el mediano y largo plazo? ¿Límites al autoritarismo? ¿Restablecimiento del equilibrio entre los tres poderes? ¿Renovación sindical? ¿Reconquista del protagonismo perdido por los partidos políticos? ¡Sí, pero no! "¡Yo quiero ser presidente!" Y la gente anda de aquí para allá. Pasmada y temerosa ante esa hidra de cien cabezas cuyas bocas exclaman: "¡Yo quiero ser presidente!". Juego de niños. Peor aún: juego de hombres aniñados. Y tragedia de un país que pierde el tiempo y, con el tiempo, sustancia. Kirchner no está dispuesto a aprender de su derrota. Quienes lo derrotaron no se muestran dispuestos a aprender de su victoria. Triunfo unánime de la hipocresía y de la ineptitud.

Un cambio de costumbres. Un cambio de procedimientos. Un cambio de mentalidad. Un cambio, en suma, de cultura política. ¿Quiénes pondrán su firma conjunta al pie de un proyecto semejante? Siempre habrá ocasión de añadir nuevos fracasos a los fracasos ya producidos. Uno de los mayores logros de la corrupción reinante es estar minando la fe en los valores que deben dar vida moral a la función pública. La gente está cansada de que se la instruya una y otra vez en lo que ya sabe. Así lo demostró con su voto a principios del invierno que pasó. Lo que ahora quiere ver es la puesta en marcha de lo que respaldó mayoritariamente. Mientras esto se demora, los Kirchner van extendiendo su hegemonía sobre sectores decisivos de la economía, la comunicación y los recursos legislativos. Su meta es clara: retener el poder real cuando deban prescindir del poder constitucional. O quedarse con ambos si la astucia y la impunidad los ayudan.

La crisis argentina es el resultado de la pérdida de un norte modernizador en la concepción del Estado y la sociedad. La vigencia empedernida del populismo prueba la magnitud de esa pérdida. La hondura de nuestro apego a la estafa. No hay, sin embargo, fatalidad en el curso de la historia. La Argentina supo hacer de sí misma algo infinitamente mejor de lo que auguraba la primera mitad del siglo XIX. Y algo infinitamente peor de lo que mostró entre fines de ese siglo y el año 1930. ¿Ingresaremos en el Bicentenario sin haber terminado de asimilar las enseñanzas que nos deja el siglo XX? Desactualización y decadencia son sinónimos. No lo son, en cambio, durar y vivir.

¿Cómo trazar el camino que lleve de la mistificación en la que estamos inmersos al sinceramiento indispensable? ¿Cuál puede ser el rumbo que conduzca, ante todo, a una convalecencia auspiciosa? Los hombres y mujeres que desde la oposición aseguran estar discutiendo el porvenir del país tendrán que probar que privilegian ideas operativas. La primera de esas ideas indispensables es la de un proyecto de país, básico y consensuado. Sin él, la oposición seguirá sin representar nada que merezca ser asociado a una auténtica renovación. Lo que se le pide son medidas capaces de poner freno al aluvión transgresor de la ley en que el oficialismo encuentra su logro. La actual debilidad que acusan las agrupaciones partidarias para evidenciar que sabrán responder con eficacia a lo que se les pide contribuye a acentuar las expresiones de desorientación social. Ellas mismas son, tal como hoy se muestran, expresión de ese extravío colectivo. Las sociedades sin capacidad de reconocer sus valores indispensables terminan incautadas por cualquier ilusión. Acaso sea por eso que tanto cuesta salir de la ciénaga. Nada puede resultar más riesgoso. La mayoría de los partidos sin doctrina superadora del pasado terminaron de hacerse pedazos apenas se inició el nuevo siglo. Obra maestra de la ineptitud y de la irresponsabilidad. Ese derrumbe incluye al peronismo. ¿A qué se redujo, en manos de quienes dicen representarla, la doctrina justicialista? Es cierto que el ideal del golpismo militar se extinguió. Pero no desapareció el golpismo civil. Hoy se lo practica desde el poder. La política sin sustancia cívica maniató las instituciones. Y avanza a medida que destroza los restos del tejido republicano. Es el mundo de los negocios personales instalado en el Estado. Es el Estado concebido como mundo de los negocios personales.

Recuperar el Congreso para devolverle valor social al poder político es una labor indispensable. Nada asegura que se la sepa llevar a cabo.

No bastará con volver a derrotar en las elecciones a los voceros de la corrupción. Habrá que probar lo que aún no fue demostrado: que se tiene claro qué hay que hacer con la victoria. Para terminar con el atraso, la ignorancia, la miseria. Con la propia incompetencia.

viernes, 21 de agosto de 2009

¿Pan y Circo?

En estos días la famosa frase que dice:“Pan y Circo” ha perdido validez. Cuando se anuncio el acuerdo entre la A.F.A. y el Gobierno Nacional, fue inevitable traer a mi mente aquella oración, pero luego de pensar durante varios minutos, llegue a la conclusión de que esta vez la frase no es así y que solo una palabra de esa ella representaba lo que yo estaba viendo por Cadena Nacional.
Si uno se pone a ver los números actuales de la sociedad, en donde todos los días nacen 600 chicos bajo la línea de pobreza, en donde en muchas provincias mueren miles y miles de chicos por desnutrición. En donde la pobreza estimada ronda el 30% de la población.
Los números de la desocupación rondan el 15% y en constante crecimiento. Donde uno camina por la calle y cada vez mas locales cierran, o empresas despiden gente para achicar gastos.
En el anuncio, en el predio de la A.F.A. en Ezeiza, la presidenta se dio el gusto de comparar “el secuestro de goles” con el secuestro de personas durante la dictadura. Ella podrá querer una sociedad libre como lo dijo ayer, pero si faltan millones de platos de comida en millones de mesas de millones de argentinos, esos millones no son libres, sino que son secuestrados. Son secuestrados por sus estómagos, por sus cuerpos. Que libertad puede tener uno si no le puede dar de comer a sus hijos. Que libertad puede tener la presidenta de hablar de los pobres y la justicia social cuando se han enriquecido tanto en estos últimos años, a costas del estado, a costa de todos. Por eso, hoy toma mucha mas relevancia esa frase que dice: “La política sin moral es basura”.
Teniendo en cuenta lo acontecido durante estos días, incluido lo de ayer en Ezeiza, haciendo un anuncio de este tipo por Cadena Nacional y teniendo en cuenta la situación actual de la sociedad argentina, aquella que quizás el gobierno se niegue a ver.
Evidentemente lo que abunda por estos días es CIRCO, y el pan se lo olvidaron en otro lado...


Jorge Raúl Kehiayan